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¿Dónde estará ese juguete?

Qué extraño pensar en eso ahora. Despues de tener una inmensa colección de juguetes, noto que no veo ninguno cerca. Ni siquiera uno. Si tanto amaba esos juguetes, ¿por qué no tengo uno de recuerdo?

He tratado de averiguar cuándo fue la última vez que jugué con uno de ellos. ¡Qué rápido cambian las cosas!

Y ahora que presto atención, pasa cada vez mas seguido. O sea era de esperarse. La modernidad nos tiene a todos... modernos.

Hemos reemplazado todo con pocas cosas que nos entretienen quizas 10 veces más. ¿Como qué? Bueno, estás viendo este post gracias a uno de esos aparatos.

No me malinterpreten. Adoro lo moderno. Tener el poder de hacer muchas cosas con tan solo mover los dedos es alucinante. Digo... para mí lo es. ¿Tú no te has percatado de eso? Podemos hacer muchas cosas (buenas o malas) con los smartphones o computadoras. Desde alcanzar el éxito hasta conseguir nuestra propia miseria. Y eso solo con unos cuantos clicks.

Antes disfrutabas entretenerte con juguetes. Reías y hacías reír a alguien con tu alegria, al menos a tus padres. No le hacías nada malo a nadie (aunque si eras de los niños que disfrutaba robar juguetes, SHAME ON YOU!).

En fin...

Incluso cometiendo esos hechos, eran cosas de niños.

Pero fíjense. Ahora podemos encontrar entretenimiento en todo minuto. Nos perdemos en las redes sociales. Horas viendo publicaciones que nos hacen reír, enojar o admirar. ¿Para qué juguetes?

Madurar nos ha hecho superar (supongo) esa etapa. Pero ¿no te da nostalgia pensar en esos días? Despues de todo, muchos envejecientes quisieran volver a ser niños. No crecer nunca.

Y es que con mucha razón. La vida de adulto apesta.

Nuestros "juguetes" han cambiado. Los que tenemos ahora nos han dado muchísimo mas poder que el que imaginábamos cuando niños. Pero ¿qué estamos haciendo con nuestros nuevos "juguetes"?

Si me pongo a prestar atención, pareciera que hemos ido reemplazando todo los que nos hacía ignorantemente felices con cosas que nos imponen al crecer. Y, casualmente, los smartphones y/o computadoras fueron los que reemplazaron esos juguetes infantes. ¿Y si seguimos creciendo? ¿Aparecerá otra cosa que reemplace ese entretenimiento? Pues... parece que sí.

Cada quien encuentra otra cosa (o es forzado) que reemplaza lo que ya le hacía divertirse. Un trabajo. Una familia. ¿Qué más?

A esas alturas, pensar en el primer juguete suena como si se tratara de historia ancestral. Pasó hace mucho tiempo, y debemos crecer para sustituir a los heroes de la época. Si no lo hacemos, no progresamos. Cuando pienso así me dan ganas como de desaparecer.

Es que todo eso es cierto, hay que crecer y responsabilizarnos de nuestras vidas. Tomar el mando de nuestras decisiones. Incluir metas a lograr. Todo eso es necesario para seguir con la vida, y de paso aportar a la sociedad.

Pero todos sabemos que nada de eso es fácil.

Ni siquiera nos premian por haber crecido. Cuando ya eres adulto, la sociedad te da una buena bofetada en la cara. Con ella, te pones a extrañar esos juguetes.

El tiempo se te consume como un caldo de pollo.

Son tantas las cosas que están mal que es imposible no sentirse agobiado. Todos queremos una vida casi perfecta, o al menos una vida en la que podamos ser felices. Para muchos es el dinero (y quién no). El dinero es la clave de todo, lamentablemente. Alguien tenia que decirlo... no compra la felicidad pero te pone cerca de ella. Despues de todo, con el dinero tienes poder.

El dinero no es malo. Y lo digo solo por si acaso llegaron a pensar en las cosas malas que hace el humano por conseguirlo. Es verdad, lo reconozco, pero solo ha sido el mal uso y la avaricia que han convertido al dinero como un material infame.

Piensen un poco. ¿Qué era lo que les gustaba de sus juguetes? Si no se les ocurre nada, pues les diré.

Tú, y solo tú, te preocupabas por tus juguetes porque eran tuyos, y podías jugar con ellos cuando quisieras, de la forma que quisieras. ¡Ay de ti si te rompían o te robaban uno!

Eras feliz porque podías buscar tu propia felicidad cuando querías.

Yo mismo he llegado a esa conclusión de que la verdadera felicidad es poder hacer lo que te gusta cuando quisieras, de la manera que quisieras.

No es que nos guste viajar. No es el viaje que nos divierte. Es el sentimiento de conocer nuevas cosas.

No es que nos guste estar en todos lados. Es el conocer nuevas personas.

No es que nos guste un instrumento musical. Si no lo tocas o lo tocan, será solo un objeto que no hace nada. Es el sonido que produce que nos tranquiliza. O también, es el poder tocar el instrumento para liberar su sonido del silencio. Que su sonido llegue a otros oídos, y que de paso sientan lo que tú sientes al escuchar ese sonido.

Tampoco es el gusto de tirarnos fotos para que las vean en las redes sociales. Es el de sentir aceptación. Saber que a la gente le gusta lo que publicas.

Bueno... espera... eso solo suena deprimente...

Pero ya entienden a qué me refiero. El hecho de que puedas salir y hacer lo que quieras es la verdadera felicidad, y mas si puedes compartir esa felicidad con los demás.

Sin embargo, no piensen tanto en esas palabras de manera pesimista. Obviamente, el hecho de que puedas hacer lo que quieras no significa que le traigas miseria a los demás. No significa que los hagas sufrir con lo que haces. Respeta, y asegúrate de no hacerle daño a nadie.

Puede que no tengas el dinero para hacer lo que quieras. Pero ponte a pensar qué puedes hacer en base a lo que tú quieres.

Te puedo asegurar que al menos tomar tus propias decisiones, aunque no fuesen las correctas, te hará sentir bien. Aunque falles, podrás aprender de eso, y seguramente podrás tomar las decisiones correctas después.

Quizas tambien debas preguntarte qué es lo correcto. Si no tienes idea, pues piensa qué es lo mas justo. Lo justo de tomar tus propias decisiones es que tú te beneficies sin afectar a los demás. O beneficies a todos. Claro que algunas decisiones beneficiarán a muchos que ni siquiera hacen el esfuerzo de devolverte el favor. Solo están ahí para quejarse de todo. Pero que eso no te detenga de tomar tus decisiones. Que le dé vergüenza a esa persona que con tus propias decisiones, lo beneficias aun cuando ni lo merezca.

Si hacemos eso, todos... estaríamos mas alejado a una distopia (vaya término)

Hagamos de eso nuestros juguetes. Recordemos con cada buena decisión los momentos aquellos de infancia. Que cada vez que jugabas con tus juguetes, te divertías y hacías divertir a los demás...

~EViiC

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